QUÉ VER EN ALTEA


Si estás pensando visitar Altea, hay algunas cosas que debes saber para aprovechar el viaje. Tener una idea general de el origen y la historia reciente del lugar te ayudará a apreciar mejor la belleza de su paisaje, sus calles y el aire marinero que aún se respira.

Altea es un pequeño pueblo de la provincia de Alicante que conserva el aspecto de pueblo marinero a pesar de haber sufrido durante los años los excesos de la expansión urbanística.

Se encuentra en mitad de una bahía que va del Morro de Toix a la Sierra Helada, y eso le da un aire de tranquilidad y recogimiento: por detrás la protectora Sierra de Bernia, al norte el Peñón de Ifach en Calpe, y al sur la Sierra Gelada y el Faro del Albir.

Los lugares más bonitos para ver en Altea

Al ser una población que abarca varios kilómetros de costa, huerta, el pueblo moderno y el casco histórico, hay muchos lugares dignos de visitar. Per vamos a hacer una selección de los rincones más bonitos y las principales cosas que ver.

LOS IMPRESCINDIBLES EN ALTEA

En Altea no te puedes perder:

  1. La plaza de la iglesia en el Casco antiguo
  2. Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo
  3. El mirador de los cronistas, que está en la misma plaza
  4. Las calles que rodean la iglesia: la calle a la que se accede andando desde el parking del Palau Altea llena de tiendas y galerías, y las dos que bajan desde la plaza te llevarán a los arcos de entrada al pueblo antiguo y a otros dos miradores.
  5. Los arcos del Portal Vell y Portal Nou. Déjate llevar por las calles y vuelve a la plaza por la calle mayor empedrada en blanco y negro.
  6. El Barrio de Bellaguarda y su plaza con la torre de vigilancia.
  7. La plaça de l’aigua y el antiguo aljibe.
  8. El paseo marítimo recientemente renovado, que te llevará desde el centro urbano hasta el puerto pasando por el raval marinero, que todavía conserva algunas de las antiguas casas de pescadores, reconvertidas en restaurantes y tiendas.
  9. El río Algar y su desembocadura llena de aves acuáticas y peces.
  10. El barrio de la Olla de Altea hasta llegar a Villa Gadea. Si haces el camino por la playa, encontrarás varios chiringuitos en verano.
  11. La huerta está bien señalizada y puedes llegar a varias de las ermitas que se encuentran en las diferentes partidas.

Altea, la Cúpula del Mediterráneo

La bahía de aguas generalmente claras y el cielo muy azul, en contraste con el blanco de las casas típicas del casco antiguo, ha sido un atractivo para bohemios y artistas, y ahora para los estudiantes de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Miguel Hernández. Muchos artistas llegaron buscando inspiración y se instalaron aquí definitivamente.

Las casas encaladas del casco antiguo están coronadas por la «Cúpula del Mediterráneo«, la Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo y su cúpula de tejas azules y blancas, que se ha convertido en el símbolo de Altea y de la Costa Blanca.

Altea en un día

Si has venido a dar un paseo y sólo te quedas una tarde, no puedes perderte el centro histórico.

  1. La iglesia de Nuestra Señora del Consuelo con su característica cúpula azul
  2. La plaza de la Iglesia, con su mirador, cafeterías, restaurantes y bares de copas. Desde el mirador de la plaza se disfrutan las vistas hacia Benidorm, puerto y la Sierra Helada.
  3. Desde la plaza salen dos calles con pendiente, una con un dibujo empedrado blanco y negro, el carrer Major, que lleva al Portal Vell, con galerías, restaurantes y tiendas a ambos lados.
  4. La otra es la calle Santa Bárbara, que lleva al mirador blanco, con vistas a toda la bahía.
  5. Al bajar por esta calle se pasa por la llamada «Casa de Cervantes», que hizo construir un estudioso y admirador del escritor.
  6. A las espaldas del mirador blanco se encuentra la plaza de Carmelina Sánchez Cutillas, dedicada a la escritora nacida en Altea, y el portal Nou, recientemente restaurado.
  7. Entrando por el portal, déjate llevar por las callejuelas empedradas, entre restaurantes pintorescos, hasta el portal Vell, y sube por la calle mayor hasta volver a la plaza. Si elegiste el camino inverso, vuelve por la calle Santa Bárbara.
  8. En el camino de ida o de vuelta pasarás por otro mirador con vistas a Calpe, y a la calle Sol. Desde este mirador se puede bajar hasta el centro urbano por camino de escalones empedrados que pasa por la plaza del agua, y el carrer del Mestre de la Música.
  9. Al llegar abajo, frente la farmacia más antigua, está la Casa de la Cultura.
  10. Si decidiste quedarte arriba, cerca del portal Vell, hay tiendas y galerías, pero no debes perderte la Fundación Eberhard Schlotter. Tiene pinturas y dibujos estupendos.

Recorre las calles de Altea y descubre rincones

Altea es uno de esos pueblos por los que puedes pasear durante muchos días sin dejar de descubrir rincones especiales. Sol, luz, mar, huerta, historia, música, mucha música, arte y tradiciones.
Es un lugar especial para pintar, con esa luz intensa que hacen que el mar y el cielo sean más azules que en otras partes. Es frecuente encontrar a personajes populares que viene a pasar desapercibidos entre turistas y habitantes de varias nacionalidades, porque Altea es un lugar cosmopolita y a la vez tranquilo. Una torre de Babel de lenguas, culturas y colores diferentes, que mira a la vez al mar y a la huerta, con toda naturalidad. Vivir en Altea es gozar del buen tiempo y calidad de vida todo el año.

Si tenemos algo más de tiempo, después de disfrutar de una bebida en la plaza, antes de cenar, recomendamos visitar el barrio de Bellaguarda. Es como un pueblo dentro del pueblo, tranquilo, con casas encaladas y callejuelas estrechas. Es el barrio más antiguo del actual emplazamiento de Altea y allí encontrarás:

  • Torre de Bellaguarda, que era parte de una fortificación y cuyo origen se remonta a los tiempos de la conquista cristiana en el siglo XIII. La reconstrucción que se hizo recientemente no respeta el aspecto original, pero merece la pena la visita. Ofrece un panorámica del pueblo y vistas a la iglesia desde la parte de atrás, menos conocida.
  • Plaza de la Canterería, donde se encuentra la torre, está recientemente remodelada. Es este espacio cuadrangular rodeado de casitas encaladas, se encontraba un núcleo de población cristiano en el siglo XIV.

Altea es pueblo pequeño, pintoresco y acogedor, donde es tan interesante pasar unos días de descanso como vivir el día a día cotidiano. Senderismo por la Sierra o siguiendo el cauce del río Algar, paseos por la huerta a pie o en bicicleta, actividades náuticas, artesanía, cocina tradicional, pesca, fotografía y una agenda cultural muy completa en el Palau Altea, España.

Altea en un fin de semana

A la visita imprescindible al centro histórico que hemos recomendado antes: el casco antiguo, la plaza de la iglesia con si cúpula azul y el barrio de Bellaguarda, proponemos que con más tiempo te dejes llevar por las calles empedradas, serpenteando entre las casas encaladas. Encontrarás rincones pintorescos, casas magníficamente restauradas, galerías, tiendecitas y más miradores con vistas panorámicas.

Pero Altea es también mar y huerta, por eso otra visita imprescindible es el puerto pesquero y el raval marinero.

¿Qué vas a hacer en Altea?

En Altea hay varios puertos deportivos y un puerto pesquero. La oferta de actividades y deportes náuticos es muy amplia. Se puede alquilar fácilmente barcos, motos de agua, tablas de surf y kayacks, pero también puedes contratar actividades organizadas como una salida de buceo, snorkel, un paseo en barco o este paseo en catamarán para conocer la bahía y comer a bordo. Muy recomendable.

La huerta de Altea salpicada de casas de campo y olor a azahar, es un paseo agradable. También hay paseos bonitos siguiendo el camino río arriba desde la desembocadura del río Algar por cualquiera de las dos márgenes. Se puede llegar a Callosa d’Ensarrià y a Altea la Vella caminando fácilmente. Esta es una actividad recomendable para hace con niños si no es tiempo de plata.

OTRAS ACTIVIDADES RECOMENDADAS

Recorre la costa de Altea y visita sus particulares playas

Para los amantes del mar Altea tiene mucho que ofrecer con sus rincones, calas y playas de aguas claras y tranquilas casi todo el año. Eso sí, las playas son de piedra y canto rodado, así es que si tienes los pies delicados, es mejor si buscas un calzado apropiado. Lejos de ser una desventaja, las piedras ayudan a que las playas no se masifiquen, los niños están entretenidos buscando piedras de colores, y se respira mucha más calma que en otros lugares de la costa. A continuación tienes más información sobre cada playa.

VISITA LOS ALREDEDORES DE ALTEA

Leer en la playa o en una terraza, recorrer el casco antiguo, ver fantásticas puestas de sol y mejores amaneceres.

Es un pueblo, sí, pero no tan pequeño como parece a simple vista. Son más de 32 kilómetros cuadrados repartidos en varias zonas que son a su vez varias Alteas; pequeños pueblos dentro del pueblo, que dan a la vez sensación tranquilidad y de diversidad. Y no olvidemos que es un pueblo muy bien comunicado: a 30 minutos de Alicante, a 40 del aeropuerto del Altet, y hacia el norte a poco más de una hora de Valencia y de su aeropuerto, siempre por autopista.

Y por el interior, un paisaje completamente distinto, la sierra y los pueblos típicos de la montaña alicantina, la cocina de interior y el fresco de la montaña hasta llegar a Alcoy en poco más de una hora. Altea se puede visitar en un día, pero para conocerla, puedes tardar una vida.

Más cosas que puedes hacer en Altea, dónde comer y algunas actividades culturales que ofrece esta población cosmopolita, con una gran tradición musical y siempre interesada por la pintura y el teatro. No olvidemos la época bohemia en la que vivía aquí gente del cine, la danza, la música, pintores, directores teatrales, escritores y periodistas que buscaban la inspiración en la paz y la luz que les regalaba Altea.

El origen de Altea

Se cree que el origen de Altea se remonta a la época de la dominación árabe,  en la que fue una alquería fortificada y situada en lo alto de un promontorio.
El nombre Altea viene del griego Altahia, que quiere decir «yo curo», y el río Algar que desemboca en su territorio  significa «río de salud». Y es que salud es lo que parece destilar el pueblo con su luz intensa que hace que el azul parezca más azul en contraste con el blanco de sus casas encaladas y el verde de su huerta, más verde que en otras partes.

En la historia de Altea han dejado su herencia e influencia muchas civilizaciones como los íberos, griegos, fenicios, romanos y musulmanes.

Griegos y romanos se dedicaron al comercio e intercambio de productos, estableciendo factorías de salazones a lo largo de la costa que hoy se conoce como la Costa Blanca.

Los árabes se encargaron de mejorar la agricultura y trajeron las artes de pesca más sofisticadas. Durante la última fase del dominio musulmán, Altea perteneció a la taifa de Dénia. Un paseo por el centro histórico y su calles estrechas entre las casas encaladas, permite observar el pasado árabe; incluso quedan algunos restos de la muralla de defensa.

Altea fue conquistada en 1244 por Jaime I de Aragón y aparece en un documento firmado entre Jaime I y Alfonso X de Castilla como una de las poblaciones adjudicadas a la Corona de Aragón. Obtuvo la carta puebla en 1279.

Refundación de la Villa de Altea

Durante el siglo XVI el territorio próximo a la desembocadura del río Algar se despobló hasta que en 1617 se refunda la Villa de Altea sobre el promontorio que ocupa actualmente.
La población fue colonizando poco a poco todos los rincones del término, creando además del núcleo principal pequeñas agrupaciones de casas rodeadas de huertas y bancales, que popularmente se denomina partidas. Con la expulsión de los moriscos en 1.609 y las correrías y asaltos de piratas, Altea pasó una época de decadencia económica y descenso acusado de la población.

Aquí podrás encontar un interesante documento sobre la repoblación de Altea.

La familia Palafox

A lo largo del siglo XVIII la localidad perteneció a la familia Palafox, como consta en un manuscrito de 1638:

“Archivo del Duque del Infantado. Marquesado de Ariza, leg. 34. Méritos, Prebilegios y Sucesos de la Casa de Ariza. Al Marqués de Hariza, Señor de las Varonías de Calpe y Altea y de las villas de Calmarza y Cotes. Don Juan de Palafox, su hermano, del Consejo de Su Magestad en el Real de las Indias”
También en este siglo su castillo fue destruido y en su lugar se edificó la nueva parroquia , inaugurada en el año 1910 .

Desde que se inauguró la parroquia de Nuestra Señora del Consuelo, ha sufrido varias remodelaciones y restauraciones hasta convertirse en el símbolo que hoy es la imagen del pueblo. Por si te interesa, aquí dejamos un documental sobre su última restauración.

La Villa de Altea

En 1705, durante la guerra de Sucesión, desembarcó en la bahía de Altea la escuadra angloholandesa que apoyaba al Archiduque Carlos de Austria. Fue el propio Archiduque quien le concedió el título de Villa. Las tropas paraban en la bahía para abastecerse del agua dulce del río Algar en su camino hacia Gibraltar. A partir de aquí, durante todo el siglo XVIII, se inicia como medio de vida para los habitantes de la Villa la agricultura tradicional. El siglo XVIII marcó un auge agrícola, que junto con la pesca y el flete de veleros para el comercio y transportes de viajeros, consiguieron que acabara el siglo con 5.000 habitantes.

Del túnel del Mascarat al ferrocarril

En 1869 se perfora el túnel del Mascarat para hacer la carretera que uniría Alicante con Valencia a través de Altea. Y en 1889 se aprobó la construcción del Ferrocarril Alicante-Denia.
El «trenet», sustituto de la diligencia en 1914 y el coche de línea, abrieron las puertas de Altea para la llegada de los veraneantes durante la primer mitad del siglo XX.
Durante el siglo XIX la vida oficial y comercial se transladó hacia el núcleo urbano próximo al mar.
En los últimos años del siglo XIX, la expansión del pueblo se desarrolló entre «els quatre cantons» (las cuatro esquinas): calle del Mar y plaza del Convento, abandonando el interior del casco antiguo. Y a partir de entonces, el incremento demográfico se hizo notar, expandiendose hacia construcciones de edificios nuevos en la parte baja de la villa.

De entre todos los restos históricos que se conservan en Altea, destacan el Castillo y las ruinas del Fort de Bèrnia, construido en 1562. Esta edificación tenía como objetivo la vigilancia sobre la población morisca, que se había sublevado en varias ocasiones.
Altea siempre ha atraído a los vecinos de los pueblos de toda la comarca para hacer sus compras, en especial el mercadillo que se celebra todos los martes, y la Fira anual del Porrat.
Altea, refugio de artistas, nunca perdió su condición de pueblo marinero. Y  conviven con naturalidad  el ambiente bohemio y el lujo de las urbanizaciones y de los barcos atracados en cualquiera de sus puertos.
Visita nuestra sección de Enlaces para conocer más, y la agenda de actividades, las fiestas y la oferta cultural, así como la programación del Palau Altea.

De la Altea bohemia de los 70 hasta hoy

En el año 1970 Altea se había convertido en un importante centro artístico y cultural , al que acudían artistas de todo el mundo para organizar encuentros de arte o fijar su residencia en la localidad.

Altea se convirtió en lugar de encuentro de pintores, artistas, cantantes , músicos y gente del cine, que contribuyeron a crear el ambiente bohemio, caldo de cultivo de la cultura que siempre está presente en cualquier rincón.

Marisol, Gades, Rafael Alberti, Federico Muelas, Jardiel, Francisco, Pepe Sancho o  Sergio Dalma entre otros, se han mezclado alguna vez entre la gente  paseando por las calles empedradas de este pueblo con encanto.

Conocer el pasado de Altea, sobre todo su pasado reciente vinculado al arte y como retiro de artistas, te ayudará a apreciar el ambiente y a imaginar un pasado bohemio con artistas y famosos recorriendo sus calles o sentados en sus cafeterías. Hoy sigue siendo un lugar elegido por mucha gente conocida, claro que los famosos de hoy no son como los de antes…